Sentado mientras espero en un restaurant de comida rápida,
restaurant que me trae muchos recuerdos de la infancia, puedo cerrar los ojos y
volver a sentirme niño, escuchar las risas, los pasos apresurados para llegar
al área de juegos, el llamado de mi madre que indicaba que ya la comida estaba
en la mesa; puedo recordar y sentir de nuevo cada uno de esos momentos, es una
sensación hermosa. El simple hecho de contar con la memoria es uno de los
regalos más grandes que podemos tener.
Ahora al abrir los ojos vuelvo a la realidad, puedo ver cinco
mesas llenas pero solo dos de ellas me llaman la atención. Una de las mesas está
ocupada por una familia conformada por cinco miembros; papá, mamá y tres niños,
es exactamente la misma conformación de mi familia, quizás este es el motivo
que hace que mi atención se fije en ellos.
La segunda mesa es completamente diferente, son varios jóvenes,
todos a mi parecer estudiantes universitarios. Están esperando mientras
entablan conversaciones muy joviales. Tras pasar unos minutos, todos ellos se
levantan y se marchan, al parecer llegó la persona que esperaban.
Mientras tanto, sigo sentado, esperando la llegada de mi
padre que viene a buscarme para ir a casa luego de un típico miércoles de
universidad. Vuelvo a fijarme en las mesas y ahora todas están vacías, las
pocas personas en el lugar se encuentran ordenando su comida. Recibí una
llamada entrante en mi celular y tras enredarme con el manos libres, pude
contestar. Mi padre ya se encontraba afuera, ya era hora de marcharme. Justo
ahora escribo en el asiento del copiloto, dándole utilidad al cuaderno de informática.
El verdadero motivo por el que comencé a escribir hace unos
minutos, fue un hecho particular que me tocó el corazón y llegó a darme allí,
justo en el extremo donde se aloja la sensibilidad, haciendo que esta aflore
completamente. Mientras estaba en el restaurant, pude observar a un hombre que
servicialmente ayudaba a los comensales llevándoles los envases con salsa de
tomate y servilletas. Me pareció un hecho curioso, pues no sabía si era un
empleado o una persona más en el restaurant; tras observarlo por unos minutos,
pude percatarme que poseía algunas dificultades para hablar y pronunciar
palabras, así como también para caminar con su pierna derecha. Fue entonces
cuando me di cuenta que este hombre, que rondaba entre los 23 y 28 años (en
apariencia) tenía alguna discapacidad motriz.
Luego de repasar y analizar todo lo que veía, fue imposible
no soltar una pequeña lagrima que rápidamente sequé con mi mano. Aquel hombre
que había atendido a esas personas no era un empleado, tampoco lo hacía para
pedir dinero, lo hacía por satisfacción, se podía notar al ver como sonreía al
ver a todos, se podía notar que era feliz ayudando, colocando su granito de
arena. Uno de esos pequeños detalles que marcan la diferencia.
Es aquí cuando se me fracturó el alma y me pregunto ¿Por qué
no somos como él? Que a pesar de las dificultades, está allí afrontando la vida
con una sonrisa, ayudando a su prójimo, contribuyendo para un mundo mejor. ¿Por
qué a veces somos tan egoístas y no miramos más allá de nuestras narices? ¿Por
qué nos echamos a morir por cosas que podemos solucionar? ¿Por qué no valoramos
lo que tenemos? ¿Por qué no nos valoramos a nosotros mismos? Al parecer somos
ciegos, sordos y mudos. Nos aferramos a nuestro colchón de protección y a
nuestra burbuja de egoísmo; no valoramos el hecho de que estamos vivos, de que
estamos sanos, de que tenemos una familia.
Lo que más me afecta y me parte el corazón es el hecho de no
conocer si aquel hombre tendrá una familia, no sé si tendrá un lugar donde
dormir, si lo tratan bien o si pueda comer. Ahora mientras estoy sentado en el
escritorio de mi casa, ya se me hace imposible contener algunas lágrimas que
quieren salir, pues hoy ha sido un día cargado de muchas emociones y sin duda,
mi deseo esta noche será que ese hombre tan amable se encuentre bien y que
alguna luz llegue a toda la humanidad, una luz que nos llene de fuerzas para
seguir y nos ayude a encontrar nuestra manera de contribuir al mundo.
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